viernes, 31 de julio de 2009

Córdoba en 1567, por Anton van der Wyngaerde


Por gentileza de Rojunson, y también vía Wikipedia (este material, por su antigüedad, no está sujeto a derechos de autor) aquí está Córdoba tal y como era en el siglo XVI. Con una precisión tan grande, que podemos tomarnos el dibujo como si fuera una verdadera fotografía, gracias al trabajo de Anton van der Wyngaerde, pintor de origen flamenco que recorrió España en la década de 1560 reflejando las ciudades más importantes, o más bien, todas las ciudades, a secas.

Al contrario que en otros dibujos posteriores a este, no se aprecian errores de ubicación de edificios importantes, ni dosis excesivas de imaginación. Desde el campanario de la parroquia del Espíritu Santo, en el Campo de la Verdad, Wyngaerde nos muestra la parte sur de la Villa y de la Axerquía, con todos los detalles de la ribera del Guadalquivir y del puente romano.

Queda la duda de por qué recortó la torre de la Calahorra. ¿Eliminó parte del edificio para no ocultar la Albolafia, o estaba realmente en ruinas la torre?

En esta página de Rojunson se puede ver un análisis detallado del dibujo, con la imagen de la Catedral inacabada, la antigua puerta del Puente, el puente romano sin la estatua de San Rafael, la zona del molino de Martos y la escena del juego de bolos que aparece en primer plano.

lunes, 27 de julio de 2009

Persiguiendo a Vernier: cómo se echó abajo la puerta de Gallegos

Después de descartar la puerta de la Misericordia, vamos a desplazarnos a otra zona de la ciudad para aclarar ideas sobre otra de las puertas candidatas a ser la retratada por Émile Vernier en algún momento de la segunda mitad del siglo XIX.

En este caso volveremos sobre la puerta de Gallegos, que por la forma del remate superior podría recordar al dibujo en cuestión. Tenemos que partir de la única foto de que disponemos en la que aparece la puerta: la de 1862, en medio de la celebración de la Feria de la Salud.


Sólo observando la imagen podríamos, si nos ponemos quisquillosos, descartar su identificación con la de Vernier. Las proporciones son distintas, falta un cuerpo de muralla entre la puerta y el remate y, además, las almenas las diferencian. Por no hablar del aspecto ruinoso de la muralla del dibujo, frente a las líneas rectas de la foto.

Sin embargo, hay otro punto que nos limita todavía más la imaginación: si lo que pintó Vernier fue una versión empobrecida de la puerta de Gallegos, en algún momento entre 1862 y el derribo final (1865), suponiendo que el ánimo destructivo de la época hubiera ido dañando el monumento en sus últimos años de vida, sólo pudo hacerlo en un lapso de tiempo muy concreto: entre el 5 de abril y el 24 de mayo de 1865. A los planos.

En el plano de 1851, así como en el estudio de detalle realizado el mismo año en un intento por alinear y adecentar las fachadas del lienzo oeste de la muralla, actual paseo de la Victoria, se puede ver cómo la puerta de Gallegos está encajonada entre dos casas. A la izquierda, según se entra, el número 1 de la plazuela de Aladreros. A la derecha, el número 49 de la calle Concepción.


Por lo tanto, en este momento no se puede suponer que Vernier realizara el dibujo de la puerta de un modo detallista, quitando a su antojo una edificación. Sería necesario eliminar la casa número 1 de la plazuela de Aladreros (que lindaba con la muralla y con el nº 3 de la misma plaza) para hacer una vista interior en la que el muro a la derecha de la puerta estuviese libre. ¿Cuándo fue esto posible? Más o menos entre las fechas que dije antes.

Cuando se decidió echar abajo la puerta de Gallegos fue necesario demoler, en primer lugar, la casa que estaba adosada al lienzo norte junto a la entrada, para dejar más espacio. El 28 de marzo de 1865 el Ayuntamiento compró la vivienda a Dª Rosalía Arteaga, e inició los trámites para su derribo. El 5 de abril se celebró una subasta para adjudicar los materiales de construcción que se obtuvieran, y la obra comenzó poco después. El 30 de abril ya estaba realizada, y sólo se pensaba en hundir la puerta antes de que empezara la Feria, cuando más tránsito de gente habría por la zona.

Durante el mes de mayo se sucedieron las subastas de materiales sobrantes de la muralla, y el 24 de mayo la situación estaba normalizada, y se podía circular sin problema por esta renovada entrada de la ciudad.



Es decir, suponiendo que la puerta en 1865 ya no tuviera almenas, y salvando las diferencias en las proporciones entre la foto y el dibujo, Vernier sólo tuvo poco más de un mes para plasmar la puerta de Gallegos. ¿Pudo hacerlo a sabiendas de que era un monumento a punto de desaparecer? En ese caso chirría un poco que no eligiera la vista exterior, más representativa.

En mi opinión, tampoco es la puerta de Gallegos la que está colgada en el Louvre huérfana de nombre.

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La información para este artículo está tomada del completísimo libro de Cristina Martín López, "Córdoba en el siglo XIX: modernización de una trama histórica".

miércoles, 22 de julio de 2009

El paso de la Estación Espacial Internacional sobre Córdoba

Muchas noches, mientras estás tomando unas tapas en la Corredera, o mientras paseas por la Ribera, dentro, más o menos, de las dos horas siguientes a la puesta de sol, puedes encontrarte con un objeto brillante que cruza el cielo a la velocidad aparente de un avión, pero sin parpadeo, sólo con una potente luz blanca.

A lo mejor te has quedado mirándolo pensando qué podría ser. Si era más brillante que cualquier otro astro que pudieras ver en ese momento, y en cualquier caso, si pudiste verlo en el cielo lumínicamente contaminado de la ciudad, sería la Estación Espacial Internacional.

En la medianoche del martes al miércoles, mientras disfrutaba de las luces de Córdoba en el Mirador de las Niñas, la ISS acudió puntual a su cita de las 23:59 y brilló más que el fondo de estrellas de la Osa Mayor. La vez anterior que tuve ocasión de verla, también desde la Sierra, fue la noche del 7 de julio, cuando tuvo un paso especialmente brillante.

Curiosamente, me encontré con que el autor del blog El beso en la luna, Paco Bellido, había estado tomando fotografías esa misma noche, en ese mismo momento, de la Estación Espacial Internacional, supongo que desde su domicilio o su puesto de observación aquí, en Córdoba. Las imágenes, que publico con su permiso, son verdaderamente asombrosas. Parece mentira que ese punto brillante esconda un verdadero hogar en el que viven permanentemente varios astronautas. Estos días, mientras dura la misión del Endeavour, habrá trece personas ahí arriba.

En este enlace (el mismo de antes) puedes consultar los próximos pasos de la Estación sobre Córdoba. La columna "Mag" indica la magnitud, el brillo, que es mayor cuanto más bajo es el número. El valor "Alt" nos dice la elevación que tendrá la ISS en la bóveda celeste. Por tanto, el paso de mañana a las 23:14, el del día 25, a las 22:28 y el del día 27 a las 21:42 serán especialmente espectaculares.

Supongo que ahí estará Paco con su cámara preparada...

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La foto de cabecera es la Estación Espacial Internacional vista desde el transbordador Discovery. Pertenece a la NASA y por tanto no tiene copyright.

domingo, 19 de julio de 2009

Córdoba virtual en Google Earth

Llevo tiempo queriendo presentar una iniciativa que no trasciende demasiado a la sociedad, pero que poco a poco puede ir abriendo una nueva puerta a través de la que conocer nuestra ciudad, pensando principalmente en todos aquellos que quieran visitarla por unos días.

No hay nada como tener una visión más o menos realista de los lugares que vamos a conocer y, aunque este sistema no nos proporciona el detalle de una fotografía, sí que tiene otras posibilidades que lo convierten en tremendamente atractivo.

Me refiero a la proliferación de edificios cordobeses diseñados en tres dimensiones y subidos a la aplicación Google Earth, donde se pueden estudiar con detenimiento desde
cualquier lugar del mundo, conformando una publicidad mucho más barata y desde luego bastante más útil que muchas de las campañas diseñadas desde las distintas administraciones.

Usuarios como Sergio Rodríguez Barrena (autor de la mayor parte de los diseños), JMG, Ray, Pablo Algar (el autor de la Mezquita), SilverDragon y carlosagl.94 han ido aumentando cada mes la cantidad de lugares cordobeses con volumen y textura.

Aquí presento una selección de los lugares más llamativos, pero hay ot
ras zonas bastante desarrolladas, como el conjunto del Zoco, la estación y la plaza de toros.

martes, 7 de julio de 2009

La casa de la parrilla de San Lorenzo

En la calle Humosa, una de esas callejuelas entre Costanillas y Montero por las que parece, como dice la canción, "que nunca pasa nadie", hay una casa que me ha llamado en varias ocasiones la atención.

La pequeña vivienda tiene sobre el dintel un azulejo, que probablemente sea de los pocos que sobreviven desde que el Ayuntamiento decidió, a finales del siglo XVIII, marcar de esta manera los nombres de las calles y algunos otros datos.

En él se puede leer la inscripción "fábrica de San Lorenzo", debajo de una cuadrícula que no es otra cosa que el símbolo de este santo, la parrilla en la que, según cuenta la tradición, fue asado Laurentius, no sin antes pedir que le dieran la vuelta para hacerse bien por el otro lado.

Probablemente esta casa fuera propiedad de la parroquia, y se obtuvieran de ella rentas para la construcción de la iglesia, o para su sostenimiento. El rosetón de la fachada, por poner un ejemplo, se terminó a mediados del siglo XVI. Confiemos en que la próxima vez que se encale la fachada, el azulejo no quede oculto para siempre.

La calle Humosa, paralela al norte de la calle Montero, recibe su nombre de un horno que no estaba bien diseñado y la llenaba constantemente de humo. Pertenece, tradicionalmente, al barrio de Santa Marina su parte más occidental, y al de San Lorenzo el resto de ella.

jueves, 2 de julio de 2009

La visita

Un manto de estrellas cubre la ciudad. Los días se van haciendo más cortos a medida que se acerca el fin del año 1924. Y Rafaé, el que se asustó cuando el cometa, entiende un rato de meteorología:
- Vasé una jartá frío, Paquillo.
Paquillo le contesta con un escueto "¡Digo!". Y ambos dan una caladita al cigarro.

Paquillo y Rafaé tratan de entrar en calor mientras esperan, de pie como pasmarotes, a la una de la madrugada, en el andén de la estación de Córdoba. Rafaé se da una vueltecita por el interior del edificio y observa, anonadado, cómo frente a la puerta principal, acaba de aparcar un Hispano-Suiza blanco con dos policías en su interior. Se intuye la llegada de un tren, que no hace sonar el silbato de aviso. De hecho, por no hacer ruido, no lo hace ni al frenar, dejando suavemente los dos únicos vagones de pasajeros frente a la estación.

Furtivamente, mirando a izquierda y derecha, bajan dos personas del convoy, sólo dos, dos hombres altos con sombrero y gabardina, que caminan con pasos largos al tiempo que indican a los cordobeses que se encarguen de llevar al coche el ligerísimo equipaje. "Sí, señó", intenta decir Rafaé, pero no llega ni a terminar el "señó", porque le ve la cara a uno de los pasajeros, y reconoce, en mitad de la noche y de incógnito, al Rey de España. "Majestá", añade, mientras se le cae el cigarro de la boca. Alfonso XIII pasa de largo.

Por las callejuelas oscuras de Córdoba, mientras toda la ciudad duerme plácidamente, otras dos almas vagan sin rumbo fijo. Llevan veinte minutos dando vueltas por las calles de San Pedro y San Andrés, aparentemente sin sentido, pero su intención es muy clara. Están jugando al despiste. Piensan que les pueden haber seguido y tratan de dar esquinazo a cualquier curioso indeseable.

Cruzan la Corredera de punta a punta, hacia el Arco Alto, y suben la calle de las Esparterías. De pronto, se detienen en seco. Una de las sombras empuja a la otra, con un rápido movimiento, hacia un rincón. El sombrero caído al suelo descubre un rostro de mujer, joven, inquieta, hermosa. Ha visto el Hispano-Suiza bajar desde la Calle Nueva y girar a la izquierda, y su corazón se ha disparado. Su acompañante intenta calmarla, es un leal amigo que esa noche cumple su enésima misión nocturna.


Continúan su camino siguiendo el rastro del automóvil, que ha desaparecido de la calle en la que entró. Al llegar a la altura de una preciosa mansión, el hombre anuncia que se retira. Ella rechaza su mano y le estampa un beso en la cara, dándole mil gracias por su servicio, antes de golpear la puerta un par de veces. "Buenas noches, le están esperando", fue todo el recibimiento que tuvo.


Córdoba callada, Córdoba lejana y sola, oculta a los ojos de la Villa y Corte, guarda el secreto. Esconde en su corazón, en su mismo centro, la felicidad de un amor consentido por la lealtad de dos mujeres de negro, amas de llaves de las alcobas del Rey. Una es noble, la otra burguesa, son fuertes y tienen sendas familias que dirigir.

En Madrid, dos reinas, madre y esposa, lloran juntas la desealtad del Borbón. En el barrio de San Pedro, mientras tanto, el sol invade la habitación donde también se escribe la historia de este país, la que no circulará en los periódicos sino en los mentideros, la que sólo podrá contarse escondida entre dobles sentidos y medias palabras.

El Rey saluda con una sonrisa al servicio y pregunta por la señora de la casa. Le comunican que ha salido temprano, para mayor tranquilidad de Su Majestad. Al otro lado de la calle, como cada mañana, el ajetreo del negocio se desarrolla ajeno a su presencia, y esto le agrada. Se siente libre.

Se sienta a desayunar, coge el periódico y, antes de que su acompañante asome por el pasillo, pregunta en voz alta:
- ¿Me ha reclamado ya, la Reina?
Sin saber por qué, encuentra ingeniosa la frase, y decide guardársela para otra vez.

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Evidentemente, este es un relato de ficción. Ni por asomo se quiere dar a entender que, en la vida real, dos de las familias más señaladas de la Córdoba alfonsina estuvieran al tanto de su relación extramatrimonial, ni que su amante visitara en algún momento la ciudad. Hubo visitas privadas de Alfonso XIII, lo demás es imaginación.