jueves, 2 de abril de 2009

El primer esparraguero

Me he pensado mucho si la primera vez que este personaje aparecía por el blog debía hacerlo por una cuestión en principio tan banal como ésta. Pero al final he decidido que es un buen ejemplo de cómo su figura, sus consejos y su personalidad influyeron de tal forma en su época, que aún hoy seguimos poniendo en práctica sus recomendaciones.

Uno de los más fascinantes actores de la época del emirato, el músico Ziryab, así conocido pese a ser una autoridad en numerosos campos como la moda, la higiene o la gastronomía, fue quien popularizó, según cuenta Antonio Arjona Castro en su "Historia de Córdoba durante el emirato omeya", la costumbre de recoger espárragos del campo.

Cabe la posibilidad de que esta anécdota afectase sólo a las clases más pudientes de la aristocracia árabe, y de que la gente del campo ya estuviera acostumbrada a recolectarlos, pero el caso es que esta escena ha quedado como el origen de la tradición esparraguera.

Parece ser que una noche estaban reunidos Ziryab y un notable de la corte, degustando algunos platos, cuando el músico ofreció al noble un espárrago cocido, que sólo accedió a comer después de mucha insistencia. Vencida la repugnancia, el comensal se mostró encantado, preguntando dónde se podía conseguir esa planta. "Dime dónde se da, Dios te honre, para mandar a buscarla y ofrecer precio por su compra". Ziryab, después de enumerar las propiedades del espárrago ("es diurético, limpia la uretra y la vejiga, disuelve los cálculos, templa los humores y es afrodisíaco"), le contestó que no era necesario gasto alguno, sino que la planta en cuestión crecía en abundancia cerca de la propia ciudad de Córdoba, donde cualquiera podía encontrarla.

Desde entonces, por las fechas que ahora vivimos, miles de cordobeses se afanan en buscarlos entre el matorral de Sierra Morena, conservando los métodos tradicionales, excepción hecha del coche en la cuneta de la carretera.

1 comentario:

MariaJU dijo...

Buscar espárragos es algo saludable en todos los sentidos: se hace ejercicio físico, se inundan los ojos de paisajes y flores primaverales de nuestros campos y al final repone uno todas las energías gastadas y repara en nuestro interior, como bien dices, algunas cositas del aparato urinario, con un riquísimo revuelto de espárragos trigueros q te deja un regusto de lo más exquisito al comer.

Si tiene uno q tener la seguridad de que no se han rociado pesticidas por la zona en q se piensa hacer la recolección del "Asparagus".

No sé si lo has oído, Puerta, pero te dejo al pie de tu artículo un refrán popular sobre los espárragos en el q se obvia claramente el mes apropiado para la búsqueda de tan apreciado tesoro gastronómico:
"LOS ESPÁRRAGOS DE ABRIL PARA MÍ Y LOS DE MAYO PARA MI CABALLO"

un saludo y buena cosecha si te decides a ir a buscarlos, lisis